Reconstruir los borrones involuntarios
sobre una historia. Sentir el dolor
como una colonia de hormigas en pie de guerra
acuartelada en la amígdala de mi cerebro. Todo recuerdo
recuperado son millones de pasos y mordiscos
mínimos que recorren mi sistema nervioso.
Entre las cosas que hace un niño para sobrevivir
está también el jugar y colorear
todo ese blanco resplandor en la memoria.

Es un silencio tan inmenso.

Luego retroceder en el tiempo y perdonar
a tu versión más débil: un niño de cuatro años
que no sabe morir y observa con atención forense,
hipervigilante de la luz sobre todas las cosas.
Si lo logras encontrar abrázalo
y permítele jugar con tus hijos.