Cenar con tu sonrisa expirada
en nuestro restaurante habitual
entre familias hiperfelices 
y camareros agobiados.

La tersura de las copas y cubertería
hace juego con tu impecable acto de abandono. 

Nunca supe escapar de las escenas finales:

Un hombre cena solo. Corta la carne con precisión. Bebe una copa de vino. Frente a él, una silla vacía. A su alrededor, el zumbido de familias: risas graves, chillidos agudos, platos que chocan. Mastica lento. En su paladar: la textura del tiempo agujereado.


Nota: Debido a las restricciones estilísticas de formato de este sitio web, los versos del poema no están cortados como la versión original del libro.