Cuántas veces he intentado quemar
el celeste de tus ojos en mis ojos.
Podría usar metáforas cursis
que hablen de una herida resistente
a los días y distancias
Pero no,
el tiempo compartido efectivamente
juntos
no son más que 48 horas
ininterrumpidas
¿qué son dos días
contra la ruidosa fuerza viva
que nos ofrecen nuestros seres amados?
Quizá me he obsesionado
con borrar la desconocida textura
de tu lengua en mi lengua o la imagen
de tu muslo encajado en mi cintura
¿Cómo se mata un fantasma?
Quizá no existes
y por eso para mirarte debo cerrar mis ojos,
desaparecer
¿Y cómo apago estas antenas
que detectan tu presencia de aire?
Hago cálculos infértiles:
número de años desde la última vez que te vi
distancia entre los países que habitamos
diferencia horaria entre tu ciudad y la mía
y tu nuevo número de hijos
Cada distancia tiene un sabor único
que envejece distinto con el paso de los años
y hoy te escribo hasta alcanzar el punto
donde el tiempo se deforma.